sábado, 19 de octubre de 2013

NUESTRA MISIÓN

SER FORMAR VERDADEROS DISCÍPULOS DE CRISTO ES NUESTRO FIN, NUESTRO FIN PRINCIPAL, esta frase carismática repetida por nuestros Fundadores es el objetivo y la meta de toda nuestra acción apostólica. Nuestro nombre HERMANAS DEL ÁNGEL DE LA GUARDA, ha conformado desde los orígenes nuestro modo de ser y hacer, pues en el nombre está contenido el estilo y el modo de llevar a cabo de nuestra misión.

El carisma que nos ha sido transmitido “hacer verdaderos discípulos de Cristo”, interpretado a la luz de los signos de los tiempos, se cumple en todas las generaciones de Hermanas del Ángel de la Guarda, a través de la educación, las misiones y el cuidado de los enfermos, con preferencia en aquellos sectores de la sociedad que tengan mayor necesidad. Art. 67 de Const.
El nombre de Hermanas del Ángel de la Guarda, es símbolo y programa de nuestro modo de ser y ha de reflejarse en las tareas apostólicas. Como los Ángeles, a los que la Escritura muestra con una misión de salvación, nosotras hemos de estar prontas para cumplir la voluntad de Dios, en actitud de servicio, disponibles para el anuncio del Reino.
En la misión que realizamos las hermanas junto con los laicos, tratamos de ser ángeles humanizadores de la historia, que guían, cuidan y acompañan a los seres humanos, a la vez que anuncian y denuncian aquello que impide la paz, la justicia y el respeto.

PADRE ORMIÈRES

PADRE ORMIÈRES


Nació en Francia, Quillán, departamento de l´Aude, el 14 de julio 1809, en plena época de la post-revolución francesa.
Estudia en el seminario de Carcassonne y pronto sus superiores descubren en él una decidida vocación pedagógica por lo que le nombran profesor del Seminario Mayor. El 21 de diciembre de 1833 recibe la ordenación sacerdotal a la edad de 24 años.

Define su perfil una gran vocación de educador de la niñez y juventud, especialmente los niños y jóvenes del campo. Sabía que la educación se apoyaba en la igual dignidad de las personas y en el reconocimiento del don particular que a cada individuo Dios le concede.



Por su talante evangélico se inclina siempre en atender las urgencias y necesidades de los más pobres. Para él, el servicio a los demás estaba por encima de cualquier otro interés y también del riesgo de su misma vida como lo demostró en su entrega a los afectados por las epidemias en Camus (1838 y 1845). Vivió su propia vocación como un acto de obediencia al Señor. El Dios de su vida le dotó de sabiduría para situarse en una sociedad e Iglesia atravesada de fracturas. Lo hizo desde un gran espíritu de libertad.

Creía en el destino personal de cada individuo y en el don propio de cada persona.
Su pasión fue: Formar verdaderos discípulos de Jesús 
Vive su vocación como un acto de obediencia al Dios de su vida 
Como educador destaca por la esmerada atención a los más necesitados 
Le caracteriza la sencillez y el servicio 
Su fe en el hombre le hace reconocer que cada persona tiene su propio don 
Su fe en Dios le lleva a una confianza plena en la Divina Providencia

MADRE SAN PASCUAL

MADRE SAN PASCUAL

Juliana Mª Lavrilioux nace en Josselin, Francia el 4 de enero de 1809. Desde muy joven siente inclinación a la vida religiosa y después de una etapa de noviciado hace sus Primeros Votos en las Hermanas de la Instrucción Cristiana en Saint Gildas de Bois. En este momento toma el nombre de Hermana San Pascual, como será llamada en lo sucesivo. Destaca por su clara inteligencia, prudencia y rectitud, por lo cual pronto le confían cargos de responsabilidad en la Congregación.

Ya en Quillán, pequeño pueblo cerca de los Pirineos, inicia con otras dos religiosas venidas con ella de Saint Gildas, una escuelita para niños, que junto con el Padre Luis Ormières, ponen todos sus desvelos en esta pequeña obra.



Su capacidad para predicar la voluntad de Dios, su espíritu de oración y su amor a los niños más necesitados, hacen de ella un referente y modelo a seguir en esta andadura de una nueva comunidad. Debido a las dificultades que se presentan para seguir enseñando, se hace necesario dejar de pertenecer a su Congregación de Saint Gildas y así, de manera casi insospechada en un primer momento, se convierte en Fundadora de una nueva Congregación cuyo nombre será – Hermanas del Ángel de la Guarda-.

Su lema confiar plenamente en la Divina Providencia 

Su carácter distintivo la sencillez evangélica 

Sus preferencias los más necesitados 

Su vocación buscar siempre y en todo la voluntad de 
Dios 

Su perfil de educadora que los niños se sientan amados

LOS ORÍGENES

                                  Los orígenes

La Congregación de Hermanas del Ángel de la Guarda, fue fundada en 1839, en Quillán, por el Sacerdote Luís Antonio Ormières y la Madre San Pascual.





 PADRE ORMIÈRES
El P. Ormières siente la necesidad de atender a los niños y jóvenes que debido a los efectos de la revolución francesa, sobre todo en las zonas rurales, estaban faltos de cultura, de formación y carentes de instrucción religiosa. Tal es su celo apostólico que acude a algunas Congregaciones de Bretaña solicitando el envío de religiosas, para ayudarle en tan noble tarea.







MADRE SAN PASCUAL


Después de muchos diálogos y no pocas dificultades, las Hermanas de la Instrucción Cristiana, cuya casa madre está en Saint Gidas de Bois, aceptan enviar a la Madre San Pascual y otra dos religiosas para empezar la “pequeña obra de los Pirineos” como gustaban llamarla.                                                                                                                                                                                                                                  Y así, el día 3 de diciembre de 1839, empieza en Quillan una escuelita que en pocos años se irá extendiendo por el sur de Francia. De modo que aquello que empezó como una pequeña semilla, derivó en una Congregación que tomó el nombre de HERMANAS DEL ÁNGEL DE LA GUARDA.